Qué quieres tú.

Esa es la pregunta que más escuché de los labios de la Jacqueline, mi ex psicóloga, durante todo el tiempo que estuve viéndola. ¿Qué quieres tú? Me decía, y yo aprendí, de a poco, a contestar con la verdad.

Una pregunta que te obliga a plantearte, y a veces a replantearte, tu opinión y tus sentimientos respecto a lo que está pasando. Es que no basta con decir, es que mi pareja, mi mamá, mi jefe, dijo, hizo, no dijo, no hizo. La pregunta es qué quieres tú. Y para los que somos más conciliadores y buenos para transar, normalmente hacemos muchas cosas por los otros, para que estén bien, para ser reconocidos, o simplemente para que nos quieran, y muchas veces a costa nuestra.

Qué quieres tú te pregunta con respecto al presente, al futuro. A las cosas simples, a las complejas. Qué quieres de tu vida, de tu pareja, de tu día a día, de tí respecto a los otros. Qué quieres de tus limitaciones, de tus emociones. La pregunta permite conectarnos con nuestro interior al tratar de encontrar respuestas.

Algunos sólo quieren ser escuchados.



¿Qué quiero yo? Debería ser la pregunta diaria, en la mañana, después de almuerzo y en la noche.

Inténtalo con pasta de dientes, cepillándote y mirándote al espejo.

Puede que te ahorres las visitas al dentista y a la psicóloga.