Así no quiero jugar

martes, marzo 28, 2006

Los juegos son, por definición, algo en los que varios se divierten.

Así debería ser. Como cuando éramos chicos. Y lo pasábamos bien, nos reíamos, corríamos, y cansados volvíamos comentando. Y claro que habían juegos buenos y otros llenos de maldades, pero de esas que no hacen mal. Cosas de niños. Cosas que a veces la mamá arreglaba y nos quitaba el susto. Aunque nos ganáramos un reto.

De más grandes nos quedó siempre el gusto por jugar. Por pasarlo bien. La cosa lúdica es tan importante para un corazón lleno de cosas. Jugar nos acerca a esos toques de felicidad instantánea. Hace bien. A medida que uno crece vas entendiendo que tú, y nadie más, eres responsable por tus cosas, por tus actos, por tus acciones. Por lo que haces y a veces también por lo que no haces.

Las reglas básicas de este juego, que se llama Vida, te dicen que no se puede jugar con la gente, con las personas, con lo que piensan. Menos con lo que sienten. Jamás con lo que sienten. No está bien.

Y hay gente que siempre está jugando. Yo no le veo problema a eso, si quieres jugar, juega. Eso sí, ojo con la elección de los juguetes.

Así no quiero jugar.

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Créditos

Agradecimientos a mi MacBook, a los Marlboro que fumo, pero menos, la Coca-Cola, el cable, el control remoto, Google, Blogger, Twitter, los libros, la radio, ella, mis hijos, mi ex-psicóloga y muchos otros anónimos colaboradores que han contribuido y soportado mi comunicación precoz. Gracias por estar.

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